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Introducción
A lo largo de mi carrera profesional son muchas las personas que me han preguntado alguna vez: ¿Qué ordenador me recomiendas? ¿Qé equipos informáticos debería comprar?
Hoy en día la oferta es muy amplia y no siempre es fácil inclinarse por un equipamiento u otro. Estoy segura de que, si preguntas a varias personas, seguramente obtendrás resultados distintos.
En este artículo te voy a contar mi historia y como he llegado a determinar que la estructura que tengo ahora es la mejor que puedo tener.
El Problema
La Infraestructura o Equipos Informáticos
Cuando fundé Spica Software, una ingeniería de desarrollo de software industrial, allá por el 2009, una de las primeras cosas que me plateé era la necesidad de tener unos servidores que contuvieran toda la información del negocio.
Como todo emprendedor, caí en la trampa de pensar que las subvenciones sirven para algo. En aquellos entonces existía el denominado Plan Avanza que subvencionaba el 100% de la inversión en tecnología que necesitara tu negocio. Preparé mi presupuesto con todos los equipos informáticos que creí necesarios (servidores, rack, ordenadores de sobremesa, sai, etc.) y me dirigí a mi banco contenta porque iba a empezar a lo grande (100.000 € de presupuesto).
Ya os podéis imaginar la cara que me quedó cuando el director del banco me dijo que, aunque fuera un crédito ICO, el banco es el que daba el dinero y, por tanto, necesitaba garantías y, obviamente, no las tenía (¿os suena?)
El camino de regreso a la oficina fue horrible. ¿Qué iba a hacer yo ahora? Empezaba un nuevo negocio y ¡era de ingeniería!
Buscando posibles soluciones, la que era mi socia y yo descubrimos que el Instituto de la Mujer otorgaba microcréditos para mujeres que se lanzaran a crear nuevos negocios. Pensamos que 2 mujeres arrancando una ingeniería tendrían grandes opciones. Ni cortas ni perezosas nos plantamos allí para conocer que posibilidades teníamos. Le expusimos nuestro caso, seguras que pocas mujeres se atrevían con un a ingeniería, pensando que nuestra audacia nos reportaría ventajas. La chica que nos atendió (de cuyo nombre agradezco no acordarme) nos explicó que tenían microcréditos de 3.000 € pero que teníamos que montar una PELUQUERÍA, y me dice:
“No, no, peluquería no; ingeniería” le digo yo sorprendida y con los ojos abiertos como platos.
“Ya, pero es que sólo hay ayudas para peluquerías”. No daba crédito a lo que estaba oyendo. “¿Y las ayudas a las nuevas tecnologías y startups tecnológicas?” le dije. “Eso es en otro centro, pero es para jóvenes de hasta 25 años. Nosotras sólo tenemos ayudas para montar peluquerías”.
Los que me conocéis podéis imaginaros la indignación que sentí al salir de aquel centro (y que conste que no tengo nada en contra de las peluquerías). Eso era el Instituto de la Mujer en el 2009. No sé cómo será ahora pero os puedo asegurar que nunca más me he acercado para averiguarlo.
Decidí reducir las necesidades a lo mínimo y comprar lo necesario de segunda mano (hay empresas especializadas en revender los equipos que las grandes corporaciones se quitan de encima cuando termina su renting) y eso me permitiría ahorrar bastante dinero.
Una vez decidido los equipos informáticos, debía construir la sala para los servidores. Estarás de acuerdo conmigo que oír arrancar un servidor es lo más parecido a un avión corriendo por la pista antes del despegue. ¿Quién puede programar con ese ruido de fondo? ¡Eran 4 servidores! Bueno, pues me llevé otro varapalo. Empecé a descubrir que la ley me obligaba a tener una sala con aire acondicionado, detección y extinción de incendios que, sumado al coste de construcción de la sala y el plan de seguridad, se volvía a disparar en costes.
Después de mucho buscar, encontré una empresa británica que fabricaba racks insonorizados con aspecto de mueble de oficina. ¡Ideal! ¡Por fin solucionado! Era más caro que un rack normal, pero infinitamente más barato que la sala.
Así arranqué, pero transcurrido un año, me encontré que mis servidores estaban al punto de la obsolescencia. Si quería más potencia, tenía que invertir en RAM y si quería más capacidad, debía comprar discos. Para colmo, los componentes de los servidores, por sus características de funcionamiento, son más caros que los de los equipos de sobremesa.
¡Volvía a estar en el punto de partida!
Las Licencias
Con las licencias me pasó lo mismo que con los equipos. Los costes de las licencias eran muy altos y, además, o asumía la obsolescencia de las aplicaciones o a cada nueva versión tenía que hacer una nueva adquisición.
La Seguridad
Hasta ahora te he hablado de los equipos y licencias, pero ¿Qué hay de la seguridad?
Obviamente es un tema que no pasé por alto y adquirí de segunda mano un firewall profesional (esos equipos que evitan intrusos en tu red local: virus, spam, hackers, …) ¡que me costó 2.000€! Otro gran golpe a mi bolsillo, pero ya sabes, todo por la seguridad.
Cuál fue mi sorpresa al descubrir que el contrato de mantenimiento para tener el equipo actualizado me iba a costar ¡1.000€ anuales! ¡La mitad de lo que me había costado el equipo! Y, por si fuera poco, ¡no incluía las horas del técnico!
La Movilidad
De que me servía toda esa infraestructura si cuando estaba fuera de la oficina (algo muy habitual por mi trabajo) no podía acceder a la información.
Divorciada y con un hijo de 7 años, ¿Qué iba a hacer cuando se enfermara? No podía trabajar desde casa y no podía llevarme el niño enfermo a la oficina, y si hacía que el servidor fuera accesible desde el exterior, comprometía la seguridad de la información, al no tener un firewall actualizado.
Resumiendo, me había gastado una fortuna para tener unos equipos carísimos, obsoletos y que no cubrían mis necesidades. Algo tenía que hacer.
Buscando Soluciones
Necesitaba unas herramientas que fueran seguras, potentes, que me permitieran trabajar desde cualquier sitio como si estuviera en la oficina y que fueran lo más baratas posibles. Empecé a buscar alternativas porque era evidente que me había equivocado. No podía vestir y mantener una pequeña empresa como si se tratara de una grande.
Por aquellos entonces, en plena crisis económica en España, desde USA no paraban de llegar informaciones constantes sobre las “startups” tecnológicas y de las soluciones en la nube. Empezaban a hacerse populares las soluciones DropBox, Google Drive, One Drive, Office 365. ¿Podría ser esa una solución? Empecé a investigar.
Asistí a una presentación que hizo Microsoft en Barcelona y sencillamente, aluciné. Las posibilidades que abría Office 365 eliminaba todos mis problemas de un plumazo. Pero ¿y la seguridad? Todo el mundo hablaba de si la nube era o no segura y buscando, fui a parar a una web donde Microsoft enseñaba sus centros de datos por dentro (puedes ver la versión actualizada en el siguiente vídeo).
Algunos reticentes todavía afirmarán que no te pueden “violar” si no sales a la calle o lo que es lo mismo, no pueden “hackear” tus datos si no están en la nube. Bueno pues te diré que es totalmente falso. Si un hacker quiere entrar en tu red, ten por seguro que lo tiene mucho más fácil que para entrar en la red de Microsoft, igual que es más fácil entrar en tu casa que en un banco.
Además, que hay de las catástrofes naturales, de los incendios, de las inundaciones, los robos, etc.
Las grandes empresas como Microsoft, Google, Visa, MasterCard, etc., tienen centros de datos repartidos por todo el mundo, con esos datos replicados, por si uno de los centros de datos es saboteado o se viene abajo, poder restaurar la información desde otro. ¿Te imaginas 1 día sin tarjetas de crédito por caída de los servidores de Visa? Estas medidas de seguridad es lo que se conoce como Planes de Contingencia y Continuidad de Negocio.
Y ahora la pregunta, ¿Haces copias de seguridad de tu información? ¿te llevas la copia a casa para ponerla a salvo de un incendio o de un robo? Seguramente no. Según el INE, el 59,17% de las empresas de menos de 10 empleados no realizan una copia de seguridad externa de su información.
La Solución
Decisión tomada: iba a pasarme a la nube, eliminar servidores y sustituir los equipos de sobremesa por equipos portátiles, asegurándome cumplir con la ergonomía de un puesto de trabajo para Pantallas de Visualización de Datos (PVD).
Para cubrir las necesidades de movilidad, incluyo un ordenador portátil de 15″, disco duro externo para datos , memoria USB para traspaso de información con compañeros, clientes y proveedores, una mochila que cuide de mi espalda o un trolley, cable de seguridad para evitar robos y un smartphone bien dotado con una línea de voz y datos ilimitados.
Cuando llego a la oficina o a casa, tengo una mesa ergonómica que recomiendo sea regulable en altura, con una buena silla, una lámpara de escritorio, un monitor de 23″ o más, teclado y ratón (con cable para no depender de las pilas y mantener el medioambiente) y una docking station universal para no estar conectando y desconectando cables.
He preparado un checklist que te puedes descargar aquí con algunos ejemplos de equipos recomendados, disponibles en Amazon. También los tienes disponibles en la sección Recursos > Recursos Hardware.
Conclusión
Han pasado 10 años desde la decisión de pasar a la nube y cambiar mi infraestructura y a día de hoy sigo con ella. El rack y servidores que compré los tengo apagados desde hace tiempo y todas las aplicaciones que utilizo están en la nube.
Algo me dice que no me equivoqué.